jueves, 31 de diciembre de 2020

The Rise of Skywalker: Análisis de la película

El final de una era
¡Qué se lleve el 2020 todo lo que duele!
🎵 Chan chan chan chararán chararaaán, 
Chan chan chan chararán ¡Chararaaán! 🎵 

¡Uy, qué susto me has dado! Estaba aquí tarareando La Marcha Imperial de Star Wars y no te he oído llegar. Pero pasa, pasa no te quedes plantado en esta línea que se escapa el gato.

Tengo pegada esta melodía maravillosa porque, además de afirmar que el Lado Oscuro es el lugar correcto aquí, en la Cochinchina y en cualquier galaxia muy, muy lejana, es porque este mes se ha cumplido el primer aniversario del the end de la saga de la Cultura Pop por excelencia 👇
Por ello, la última entrada del año del blog la quiero dedicar al cierre de este universo porque, ya que estamos en fechas de cerrar asuntos, pues cierre + cierre igual al cierre al cuadrado. Es matemática pura. 

Así que centrémonos un poco y, mmmm... sí... ahá... Vamos a ver. 

¿El final de Star Wars

Narrativamente, parece que sí pero si algo ha demostrado Star Wars es que nunca deja de sorprendernos. No en vano, hace unos pocos días anunciaron diez nuevas series sobre personajes ya conocidos y otras de las que no sabemos mucho más, pues solo tenemos sus títulos. O sea, que hay un futuro-no-futuro porque al parecer ninguna va avanzar más de la línea argumental que nos dejó El Ascenso de Skywalker. Quizás, en unos veinte años, nos impresionen con los Episodios X, XI y XII porque, de hecho, era la idea de su creador: George Lucas.
Pero de momento, dejemos de mirar de lo incierto que del horizonte y rebobinemos hacia atrás. 

Si tuviera el DeLorean de McFly, haría que el condensador de fluzo nos llevara a diciembre del año 2019. ¡Qué tiempos aquellos! En los que tan solo ha pasado un año, pero parece que hayan sido como veinte. ¡Ni siquiera sabíamos que era el Coronavirus y ahora parece imposible vivir en una realidad en la que no esté él! 

Entonces, hace un año, concretamente el 19 de diciembre, estaba sentada en la butaca de la sala que proyectaba una maratón de las secuelas y rodeada de personas que vivieron este momento con tanta intensidad como yo. Y, para qué negarlo, me encontraba preocupada porque unos días antes estuve con una gripe terrible que a día de hoy me hace pensar si era Covid, porque la muy cabronaza me hizo ir al cine con una tos tan terrible, que no habíamos ni empezado con The Last Jedi cuando ya estaba sin caramelos y necesitaba más. Menuda odisea fue buscar unos para al final solo poder dar con chupa chups 😆 

Sin embargo, salvo por eso, rememoro aquel día y se me pone la piel de gallina. Fue taaaan emocionante ver apagarse las luces de aquella gran sala para que los sables de luz se alzaran y la iluminaran de rojo, azul y verde mientras el logo de Star Wars aparecía de fondo, en la pantalla y la gente chillaba de emoción o aplaudía con todos los sentimientos a flor de piel.
Era el final. Era la despedida. Tras 42 años. 

Y estoy muy agradecida por haber vivido un momento así y poder guardarlo como un tesoro en mi memoria. Un regalo que no hubiera podido ser de otra forma si no hubiese sido por las películas de la secuela, ya que fueron las que me transformaron de ser una simple fan que pasaba por esta galaxia de vez en cuando, a ser una apasionada de Star Wars

Y es, precisamente, por lo que estoy tan dolida con este broche final de The Rise of Skywalker, porque me rompió en muchos trocitos pequeñitos a mi pobre corazón. Si tuviera que describir la sensación que tuve y sigo teniendo, es como estar subida a un carro, el de Star Wars y que alguien me diera una patada para bajar de él yendo a 350km. por hora.
Considero que corresponde a otro post contar el por qué estas películas significan tanto para mí, porque en este lo que quiero hacer es sacarme la espinita de una vez por todas para que pueda empezar el año con aquello de no combatir lo que odias, salva lo que amas

Como decía, -ponte música épica para leer a partir de aquí- el 19 de diciembre estaba sentada en la butaca de la sala que proyectaba una maratón de las secuelas y rodeada de personas que vivieron este momento con tanta intensidad como yo, cuando las luces se apagaron para dar paso de entre toda esa oscuridad el logo plateado de Lucasfilm. Las maravillosas notas musicales de John Williams dieron el anuncio y apareció el rey: el logo de Star Wars
Y así se alejó para dar paso al texto de apertura y... 

¡Los muertos hablan!
¡Espera! Corta la música... 

¡QUÉ! 

¿¡Cómo que los muertos hablan!? Mira, te juro que con esa frase me recorrieron unos escalofríos que sigo sintiendo a día de hoy. El cuerpo ya me estaba avisando de lo que venía y no le hice caso alguno, como siempre. Pero entonces, estaba como en lo más bonito de una relación, cuando los defectos los ves bonitos, graciosos y los justificas de cualquier manera. “Será cosa de la traducción” pensaba, “bueno vamos a ver” intentaba acallar mis alarmas, hasta que rompes y piensas “¿¡Cómo diantres aguanté eso!?” Y es que te digo ahora y siempre: una película que no te muestra para situarte cómo ha podido regresar el enemigo número uno de la galaxia que ha tenido en jaque a todos los protagonistas de las nueve películas salvo por esto:
Ya te está anunciando la calidad de su escritura

Además, ¿¡nadie se ha dado cuenta de que el texto de apertura es en sí un spoiler!? Porque no te están situando en el contexto del Episodio IX para que te hagas una idea de cómo está el tablero de ajedrez, es que te están contando, antes de mostrar, lo que pasa: que Palpatine ha vuelto

... 

Ahora es cuando algún talifan -que no fan- dirá que se sabe cómo regresó, que me lea las novelas, los cómics y la bolsa de patatas que tiene impresa imágenes temáticas.
De verdad, ¿a estas alturas hay que aclarar que si una serie o película que no es capaz de explicar su trama en su propio producto y tiene que recurrir a material extra para hacerlo es porque no está bien hecha? Porque sí, estamos de acuerdo en que para presentar una buena historia hay dejar un margen entre líneas para que el espectador pueda pensar y sentir por sí mismo, pero otra cosa es dejar que asuma, a su libre albedrío, toda una trama en la que sustenta una narración porque sus responsables no hayan sido capaces de dedicar cinco minutos para mostrarlo. 

De esta manera, a toro pasado, considero que el regreso de Palpatine fue un error. No tiene justificación alguna que después de dos metrajes, en las que ni siquiera ha habido una insinuación sobre su presencia, de repente, en la última, aparezca como el meme "no estaba muerto, estaba de parranda." Y, aunque me repita, encima nos cuentan exactamente eso en el texto de apertura... ¡Pues que pongan el final ya que están! Consiguen borrar de una el impacto que podría haber tenido la primera imagen de Palpatine -ya que lo han traído de vuelta- diciendo antes que nada que anda por ahí mandando mensajitos por la galaxia. Y súmale cómo rompe el arco de Anakin. Ya no tiene ningún sentido que sea El Elegido si este hombre viene de la ultratumba otra vez.
Te soy sincera y no me escondo al admitir que cuando lanzaron el primer teaser y se escuchó la malvada risa de
Sheev, me emocioné y me quedé flipando a partes iguales. “¡Que van a traer de vuelta al Gran Villano!” Me pareció muy buena jugada porque pensaba eso mismo, que sería buena. El problema vino cuando, lejos de usarlo como la personificación de ese mal que siempre ha acechado a la galaxia, lo utilizaron como kleenex para enjuagar las lágrimas de los que no pararon -y siguen a día de hoy- de llorar por las dos grandes incógnitas que ya resolvió The Last Jedi y que no aceptaron porque no entendieron su significado: 

↠ Quién era Snoke

↠ Quién era Rey.
Comencemos por Snoke

Como en todo en esta trilogía, el problema viene por no haber sido escrita de principio a fin. Seguramente, la idea de J.J. Abrams era hacer de Snoke un Darth Sidious 2.0, pero Rian Johnson, en un giro de 180 grados de escritura brutal, borró el cliché del malo malvado con un cambio de pregunta. Ya no importaba tras The Last Jedi quién era Snoke sino ¿por qué Snoke?
Y la respuesta es muy simple: Kylo Ren/Ben Solo

Así pues, la razón de Snoke es, precisamente, ser un palito más en la rueda del hijo de Han Solo y Leia que tenía que quitarse para seguir avanzando en su arco: superar a la figura que él tanto quería imitar, Darth Vader. Esto es muy importante porque Kylo Ren logra dar ese paso que va más allá de todo lo que hizo su abuelo al matar a su Líder Supremo y dejar de estar bajo el yugo de su manipulación. Y lo curioso es que el propio J.J. Abrams fue el primero en señalarnos durante todo The Force Awakens que la gracia de Kylo era que quería ser un Vader, como todos esperábamos, pero no le salía porque hay había luz en él, era impetuoso y joven. Entonces, no entiendo muy bien cómo permitió a Chris Terrio, o a quién correspondiera, que en The Rise of Skywalker se cortara su desarrollo para finalmente ser, eso, un segundo Darth Vader siguiendo las órdenes del mismo villano. 

No comprendo cómo dejaron escapar como agua entre las manos la oportunidad de trabajar con el primer Skywalker que tiene en su poder a toda la galaxia sin nadie que esté por encima. Y todo porque no supieron ver que Kylo estaba llamado a ser el nuevo gran antagonista, con una caída completa al Lado Oscuro, bien para que luego hubiera tenido una redención completa o bien para lo contrario. Eso me da igual. Pero parece ser que esto era complicado de ver para todo un profesional como Chris Terrio, según sus declaraciones.
Puedes leer esta entrevista en La Fosa del Rancor clickando aquí

Aún estoy esperando a que alguien me explique por qué Kylo vuelve a obedecer a una voz, que resulta ser La Voz, la misma que le hizo sufrir desde niño y que encima se lo dice en su encuentro inicial y el otro ni reacciona. ¡Ah sí! Es para atraer a Rey al Lado Oscuro y así poder matarlo, pero... ¿No podría haberlo hecho cuando lo tiene cara a cara en Exegol colgado cuál pata de jamón? Es que encima, luego, ni le dan un momento de duelo contra él con toda la carga que había entre los dos: desde destrozar a su familia desde los tiempos de su abuelo, al haber hecho con él lo que ha querido desde que era un infante. 

En fin. 

Vayamos con Palpatine como recurso para responder "¿Quién es Rey?"
No puedo empezar sin antes cuestionar al aire a grito pelao: ¿de verdad era una pregunta que  todavía necesitaba respuesta?

Recuerdo tener una conversación con una de mis mejores amigas, a la cual le gusta Star Wars pero no está muy metida en la saga, justo sobre este tema. Ella me preguntó si en The Rise of Skywalker seguirían ahondando sobre los padres de Rey y mi respuesta fue: 

No, porque ya es un tema resuelto en The Last Jedi.
¡JAJAJAJAJAJA! Payasa se nace, mi ciela. 

A nivel de escritura, esto estaba cerrado, con la puerta sellada y la llave tirada al fondo del más profundo océano para que nadie la volviera a usar. Y ¡ojo! Realmente no hubiera tenido ningún problema con una Rey Palpatine si, nuevamente, desde el principio me la hubieran vendido así. Sin embargo, entonces ni el propio J.J. Abrams lo sabía...
Gif de una entrevista concedida por Daisy Ridley a Josh Gad para The Jimmy Kimmel Show el 9 de agosto de 2020. 

Así que, por favor, y ahorrémonos la posible excusa que te puede estar pasando en estos momentos por tu cabeza tipo con algo parecido a "pero en el Episodio VII tiene dos movimientos de sable calcados a los de Palpatine." Sí, como también tiene acento british y la capacidad de manipular la mente de otros para salir airosa como Obi-Wan Kenobi, o que vive en un planeta desértico y va de blanco como Luke y también tiene cierto parecido hasta con Han Solo. Por poder, podría haber estado relacionada con cualquiera y en El Despertar de la Fuerza lo hicieron aposta para crear muchas expectativas y generar debate entre los fans. Tampoco hay problema con esto. Pero si la solución a este enigma ya nos lo resolvió The Last Jedi, ¿por qué perder un tiempo valiosísimo para el desarrollo de Rey y volver a lo mismo? Y aquí es cuando sí viene el gran problema. 

Volvieron con ello porque las lágrimas de los incels y pollasviejas pesaron más que el sentido argumental.
Hay un trasfondo muy machista en este hecho en el que ahondaré más a su debido tiempo. Este sector del fandom al que tanta importancia se le da porque parece que nacieron con más derechos que nadie para con esta saga, no paró de llorar desde el
Episodio VII no solo porque la nueva protagonista fuese Rey, sino porque era mujer y encima poderosa. No pasa nada si Luke en cero coma es capaz de manejar la Fuerza lo suficiente como para destruir la mayor arma jamás creada en la galaxia, la Estrella de la Muerte, pero si resulta que el personaje tiene vagina, no puede ser, así que tuvieron que justificar antes que nada, por qué una mujer podía hacer todo lo que hace. ¿Cómo? Pues usando otra vez el comodín de la llamada: 

¡Marquen el número de Palpatine que le necesito para ganar la pregunta del millón! 

La respuesta es... ¡Rey es nieta de Darth Sidous! el mayor sith de la historia de la galaxia y, por lo tanto, no es que tenga ella poder en la Fuerza, tiene SU PODER.
Es por lo que es tan poderosa. ¡Ea! Adiós lloros. De vez en cuando vuelve a salir el debate de los poderes de Rey, pero creo que en general, estos llorones se han limpiado bastante bien sus lágrimas de auténticos machos de las cavernas porque ahora les es lógico que Rey sea poderosa en la Fuerza porque no viene de ella, sino de su abuelo. 

¿Te das cuenta del problema?

¡Hey, pero espera! ¿Su abuelo? ¿Por qué no es su padre? Ya que si acudimos a la novela -puesto que en la cinta por mucho que busques no lo vas a encontrar- te dicen que su progenitor es un clon defectuoso de Palpatine. Pero es que encima el propio Palpatine no es Palpatine si no ¿un clon del clon de Palpatine? ¡Ah! También Snoke es un clon y... siento decírtelo... Tú también eres un clon. ¿Quién nos iba a decir a estas alturas de la película *guiño-guiño* que Palpatine iba a ser el Julio Iglesias de la galaxia?
Qué lástima haber tirado por la borda el otro gran giro de guion de
Rian Johnson que, como maravilloso escritor que es, no dejó pasar el jugar con la otra cara de la moneda de lo que presentaron en la película homónima a la suya en la trilogía original. Del "No, yo soy tu padre." al "No eres nadie." Esto sí es poesía que rima y no la que se ha pretendido vender en el Episodio IX que un poco más y nos plantan un "Te quiero mucho, como la trucha al trucho." y se queda tan a gusto. 

Y ahora yo me quedo con toda esta lista de preguntas: 
☙❧ 
¿Qué sentido tiene proteger a una hija del mal que la persigue vendiéndola a un -casi- esclavista?

↠ ¿Qué sentido tiene hacer que Leia sepa quién es Rey? ¿Desde cuándo lo hacía?

¿Deja su entrenamiento como jedi para salvar a su hijo, pero luego rompe esa promesa para convertirse en maestra de la nieta-hija-sobrina-abuela de la persona que ha destrozado a Ben para que así, en el futuro pueda matarlo -por la edición de la película parece que así sea-, negando por completo su sacrificio de no ser jedi?

¿Y Luke? ¿Me estás diciendo que casi mata a su sobrino por tener dudas respecto al Lado Oscuro, pero accede a entrenar a la descendiente de Darth Sidious?

Si Kylo sabía quiénes eran los padres de Rey, ¿por qué es una sorpresa para él que Palpatine esté vivo? Y ¿Qué sentido tiene hacer que sea el único que no mienta a Rey para que luego, por esta falta de continuidad, hacer que así sea? 

Y ya la pregunta que riza el rizo hasta el infinito y más allá porque implica a las dos grandes incógnitas que son Rey y Palpatine

¿Por qué el bueno de Sheev se tira toda la cinta queriendo matar a Rey para luego decir que la necesita viva para que le mate con odio, así poder poseer su cuerpo y vivir en ella?
☙❧ 

No creo que ni el propio Iker Jiménez sea capaz de responder.
Respeto muchísimo a todas las personas que disfrutan esta película, de verdad. Sin embargo, no puedo seguirles en este camino porque no encuentro justificación alguna -y lo he intentado- a todos estos agujeros. Puede que me tome muy en serio, puede que exagere, lo que tú quieras, pero lo que me gusta, no me gusta, me apasiona y tengo la pequeña manía de querer que me tomen en serio cuando soy una consumidora de un producto. 

Y a pesar de que me duela en el alma tal decepción con la esperanza y ganas que tenía puestas en esta película, fíjate que lo que más me duele no son todas las cosas mal escritas, sino el trato a los personajes femeninos.
Sobre Rey ya he comentado por encima, así que no te preocupes porque si todavía me aguantas, pronto habrá post de ella. Sin embargo, aún no he tocado a los otros personajes femeninos: Rose, Zorii y Jannah

¿Te das cuenta de que cada una de ellas está relacionada con un personaje bien considerado por el groso del fandom? 

Zorii no una cazarrecompensas cualquiera que ayuda a los protagonistas porque es lo correcto. No. Resulta que tiene más relevancia por ser el ex-rollete de Poe Dameron. Ya está, finiquitado el asunto con ella porque si Poe, que es un personaje guay, se lio con ella es porque tiene ser maja. Y de paso, se quitan de encima el muerto de que él pueda ser gay para evitar enfurecer a los machos de pelo pecho haciendo que el único personaje en el que se puedan reflejar, le guste un negro que fue stormtropper.
Y Jannah. Con este personaje los veo en un despacho diciendo algo así: 

—Vamos a ver, es de raza negra y negros tenemos a Lando y a Finn... —¡Ya sé! ¿¡Por qué no la relacionamos con los dos!? Dejemos caer que pueda ser hija Lando y también interés amoroso de Finn. —Vaya crack, máquina, fiera.
Fuentes de los titúlales pinchando aquí y aquí

Por favor... 

¿Por qué tienen que estar todas relacionados con un hombre para demostrar que son buenas e interesantes de aparecer y que la única que no lo hace es relegada a ser, poco más, que el árbol de la función? 

¿Qué han hecho con Rose? Pues como no era atractiva en ningún aspecto para muchos, en vez de darle una trama, giro, lo que sea, llaman a La Comarca para ver si algún hobbit, como Merry, está disponible y pueda taparla más aun sustituyendo su papel. 

Y ¿Cómo es posible que a la llamada de Leia no se presente ni dios, pero a la de Lando, en dos minutos, está ahí hasta el apuntador? Además, sobre la princesa de Alderaan que ha sido tan aplaudido, esa Leia jedi, no ven que en esta trama, por ser mujer, debe elegir entre ser una usuaria de la Fuerza entrenada o madre. Como toda buena mujer tiene que hacer, evidentemente, es renunciar a sus deseos para dedicarse a sus deberes. Hacen que renuncie a su naturaleza jedi para ser madre y que al final, pueda ser clavadita a la Virgen María con un vestido y velo blanco junto a un Luke que está a un pelo de decirle a Rey "Ego sum lux mundi" como si fuera el Cristo Pantocrátor de Tahull.
Tantas quejas que ha habido con el
Luke del Episodio VIII y no se dan cuenta de que aquí, en The Rise of Skywalker, EL ASCENSO DE SKYWALKER, lo han dejado de gilipollas

Sí, puedes dispararme cuánto quieras porque venido con chaleco antibalas 😏 Perdona que no lo haya dicho desde el principio, pero este momento es algo que veía venir y quería estar protegida... por si acaso. Doy un momento para calmar ánimos para quién se haya podido sentir herido al insultar a su fantasía sexual jedi que, por cierto, así usaron en una escena que carece de sentido salvo el de hacer llegar al orgasmo a los nostálgicos en la famosa escena en Ahch-To cuando levanta su X-Wing. No voy a entrar mucho más en detalle porque Alejandro lo explicó genial en este hilo de Twitter.
Te dejo el link aquí para que cojas un poco aire y vuelvas para leer el final del post más despejado. 

... 

Tras este leve break, sigo por... ¡Ah sí! Que Luke en esta película es gilipollas, pero déjame explicarte. 

En esta película aparece Lando en el planeta Pasaana. Obviemos que parezca que se haya quedado esperando más de treinta años a que llegara "trío" para contarles que Luke y él estuvieron siguiendo años la pista de uno de los wayfinder hasta llegar a la nave de Ochi, el asesino de los padres de Rey. Así pues, ¿me estás diciendo que Luke estuvo en la nave de Ochi y no fue capaz de registrarla y descubrir su droide para poder mirar en su memoria? ¡Así hubiera descubierto lo que se cocía en Exegol! Aunque bueno, que un despiste lo puede tener cualquiera, aunque seas el jedi más poderoso de la galaxia. Aunque más tarde nos cuentan que la poca información que había logrado reunir, ¿la había dejado en un libro que pensaba quemar junto a otros libros jedi en la isla de Ahch-To? Bueno, es que gracias al Hacedor que Rey los roba porque al final es Yoda quien los hubiera reducido a cenizas. 

Ahora que venga quien quiera a decirme que su Luke es este y no el de The Last Jedi.

El Luke que llega a comprender en el Episodio VIII que el pasado tiene que morir, que el Lado Luminoso, el Lado Oscuro, jedis, siths, el bando rebelde, el Imperio, la Resistencia, y la Primera Orden no son más que símbolos de un pasado que no son el conflicto, ni la guerra de una nueva generación, pues ésta debe ha de buscar su propio camino, queda borrado en el momento que vuelve a recoger el sable que el mismo tiró un capítulo antes en una alegoría de esta ruptura de significado. Es que él se sacrifica por esta razón: para dar otra oportunidad a los que continuarán con la historia.
Todo hace que cualquier mensaje de la película quede vacío. Por ejemplo, ¿para qué darle, por fin, uno de los momentos más dramáticos que podía tener El Ascenso de Skywalker como hubiera sido la "muerte" de C-3P0, que podría haber dejado de ser ese droide snob para convertirse en héroe porque al fin ha entendido que la lucha por la galaxia es mayor que él mismo y así ayudar a sus amigos cuando más lo necesitan, si a los cinco minutos le restablecen la memoria? O ¿Por qué hacer que Zorii esté renunciando a su única vía de escape, su única posibilidad de ser libre, para que al rato reaparezca como si nada a pesar de que su planeta haya estallado en mil pedazos? 

Por no mencionar al "trío". Un ""trío"" que han intentado vendernos por tirar una vez más de nostalgia, pero que no funciona porque, simplemente, nunca han tenido esa conexión. No por nada, sino porque cada uno estaba inmerso en su propio arco argumental. Que ahora, en esta película y materiales posteriores me intenten vender que son una familia, cuando todo lo que se ve en TROS es discutir con Rey, no comprenderla, no confiar en ella porque paso que daba, paso que era cuestionado o era gritada con un "Raaaaai".
Y un detalle importantísimo del que muy pocos se han percatado: Rey no ha sido aún capaz de contar a nadie que era una Díada con Ben Solo, que se conectaban a través de toda una galaxia y se querían. Aunque sin ir más lejos, el propio Finn tampoco es capaz de confesar en toda una película que, de repente, es sensible a la Fuerza

Pues hombre, si esto lo quieren vender como una familia, que digan que se han inspirado en la de los Lannister. No sé, digo. 

Y de corazón pienso que esto es una pena porque tanto han forzado para que nos traguemos la relación de estos protagonistas, que ha afectado al desarrollo de Finn y Poe

Si empezamos con el ex-stormtropper, observamos que en The Last Jedi ha encontrado su valor y razón por la que luchar más allá de salvarse el culo tras su huida de la Primera Orden. Desgraciadamente, en The Rise of Skywalker no es capaz -corrijo- no le han hecho capaz de ayudar a otros que han sido y son como él, stormtroppers, de ser una fuente de inspiración para que hagan lo mismo: revelarse contra las creencias y sistema que les han robado de estar con su familia, de descubrir su verdadero propósito.
Esto es todo lo que tenía que haber sido
Finn en la última película. Se trata de dos concept arts de Robert Balkovich para el borrador de Duel of the Fates, el Episodio IX que iba a ser dirigido por Colin Trevorrow antes de dejar el proyecto. En cambio, Finn los usa como carne de cañón hasta convertirse en un líder designado por el otro gran personaje afectado: Poe Dameron

Las enseñanzas aprendidas del mejor piloto de la Resistencia en el Episodio VIII, que podemos resumir en dejar ser un kamikaze que quiere colgarse medallas para convertirse en un líder y cuidar de la causa y de los suyos, se ven disueltas cuando en El Ascenso de Skywalker vuelve a ser un kakimaze, ahora con el plus de narcotraficante y latin lover para que encaje perfectamente en el cliché del latino boy. A Poe se le ha comparado hasta la saciedad con Han Solo cuando el recorrido que su argumento le estaba llevando a ser una nueva Leia. Ella misma le estuvo enseñando, junto a Amilyn Holdo, tomar un papel más de político y no tan de guerrero. De hecho, creo que por no haber sabido gestionar bien esto, Poe quita bastante peso al personaje de Finn, más teniendo en cuenta que el piloto iba a morir durante The Force Awakens.
En fin, una película con la que nos había prometido ser la que unificara a todas, precuelas incluidas si cuentan con que durante menos de un minuto Anakin, Ahsoka, Obi-Wan y otros jedis de la época que hablan a Rey y no a Ben, siendo el otro gran afectado. 

que se hace uno con la Fuerza mientras Rey, a pesar de dar su vida por la galaxia, no.  

Lejos de parecer un auténtico final, es solo un refrito de lo mismo con una nueva generación que se ha quedado con los conflictos del pasado y no ha logrado encontrar los suyos propios... cómo podría haber sido la búsqueda de equilibro entre la luz y la oscuridad en un concepto llamado "el grisss".

Después de un año, ya no estoy tan resentida con J.J. Abrams por haberme destrozado el corazón. Es más, a día de hy pienso que todo lo hizo con toda su buena fe porque ha demostrado que es capaz de hacerlo. A mí me regaló mi película favorita de Star Wars que es El Despertar de la Fuerza, pero para este metraje ha intentado contentar tanto a todo el mundo, que no ha comprendido que por mucho que a unos les gusten los helados, a otros las pizzas, a los de más allá las paellas, al vecino los kebabs, a tu primo las patatas fritas, y a ti las chucherías, si lo mezclas todo en un mismo plato, no puede salir bueno.

De hecho, el plato que queda es con un mensaje que viene a ser algo así como: 

No tengas miedo de ser quien eres, pero relaciónate con personas bien vistas por los demás para que seas considerad@ como tal y... cámbiate el apellido. Por si acaso.
No hay que preocuparse, de verás, porque seguro que Palpatine ha entendido la moraleja que deja The Rise of Skywalker y cambia su apellido a Iglesias para, igual que Julio, uno de sus muchos clones regresen en el futuro con una Orden-Final-OK-Ok2-LaBuena-Definitiva.doc

Muchísimas gracias si has llegado hasta aquí.
Creía que no me iba a quedar tan extenso esta entrada, pero al final la espinita me ha costado sacarla y ya que lo hacía, tenía que ser con todas. Y, con todo el cariño del mundo, si a ti te ha encantado El Ascenso de Skywalker, el final de una saga de más de 42 años, está muy bien. No te sientas ofendid@ porque mi opinión sea contraria a la tuya ya que no es ningún ataque personal, no estoy matando a nadie y que, por suerte, es solo una opinión más de las millones que hay sobre una historia que ha llegado a tantos corazones

Ais, me he quedado más a gusto que un arbusto.
Así cierro el año en #LaOlympiadeJaneDoe para que el viene lo abra con cosas que sí me maravillan 😍 Esta es la razón por la que, a lo mejorrrr, hayas notado alguna falta de mención como puede ser el Reylo o la redención de Ben... JOJOJO. No ha sido ningún despiste. Estate atent@ y verás 

Una vez más, 

¡GRACIAS! 

Te deseo una salida de año espectacular y una entrada mágica al 2021 

Este será un año diferente para todos, ya lo verás.

Pd.- ¡YA! ¡Cállate Anakin! Supera que tu sable de luz haya acabado en la arena del planeta que más te ha hecho sufrir a ti y a toda tu familia.
The Rise of Skywalker

viernes, 11 de diciembre de 2020

Nueva sección

Sí está el horno para Magdalenas
#MAGDALENAS
¡Ay! ¡Hola! Te estaba esperando desde hacía rato, pero pasa, pasa, no te quedes plantado en esta línea que se escapa el gato

Espero que esta semana todo te haya ido bien, no, fenomenal. ¡Mejor dicho! Fantástico. Y si no, aquí estoy para amenizar tu tiempo mientras permanezcas en este mi rincón de internet. Ponte cómod@ y sigue leyendo:
¿Quieres café, té?... ¿Cerveza? ¿Bourbon? En seguida te lo traigo. Estoy tan contenta porque esto pueda manejarlo sin problemas al no tener riesgo de que lo queme como la cena. JEJEJE

¿Qué pasa?, ¿ocurre algo? ¡Ah! Debe ser mi aparencia. Discúlpame, llevo todo el dia ventilando y fregando el blog para que estuviera perfecto antes de que llegaras. ¿Sabes que Limpiando como una esclava, me siento como una reina ? Y de paso, no pierdo la figura jajaja.
Creo que las cuatro horas siguientes que he empleado para arreglarme no han sido suficientes y tus ojos no merecen contemplar tal fallo. Pero no te preocupes por mí, porque aquí estoy para que nada te altere y seas feliz. No puedo hacer nada contra la que es mi condición: servir y agradar. Si es que ya me lo decían desde niña: "calladita estás más guapa" pero yo erre que erre y mira qué desastre estoy organizando en un momento... Por favor, no te sientas incómodo por mis malos modales y relajáaaate que ya me callo, aunque antes, permíteme sugerirte que utilices tu nariz. 
¿Lo hueles? 
¡Sí, son Magdalenas! Me encantan y he pensado que a ti también. ¡Vamos, es que estoy segura! Últimamente están muy de moda y las veo en muchas películas, series... Así que me he dicho: ¿por qué no utilizar este maravilloso horno nuevo para hacerlas? Una buena mujer no debe de salir nunca de la cocina, bajo ningún concepto. Además, me han enseñado que a un buen marido se le conquista por el estómago. ¡Oh¡ Por favor pruébalas, pruébalas, que las he hecho con mucho amor. 
¡Uy! ¿Y esa tos, querido? ¿Se te ha ido por el otro lado? ¡Uy! ¡Espera! 

¿¡Que eres alérgico a las Magdalenas!? ¡Oh, Dios Santo! ¡Perdón, perdón, perdón! ¡Soy una catástrofe! ¡Peor! ¡Soy el cataclismo de la catástrofe! Si es que tenía que haberte servido galletas María porque no están reñidas con la masculinidad. ¡Cuánto lo siento! Esto es lo que pasa cuando una compra un horno para hacer Magdalenas sin el consentimiento de alguien de naturaleza superior, como… ¡Un hombre

No sé cuántas disculpas llevo ya, pero no son las suficientes. ¡LO SIENTO! Habia pensado -ya sé que no debo pensar por mí misma- que como el primer nombre de las Magdalenas también es María, serían buenas igual… Aunque me estoy dando cuenta de que hay dos clases: las buenas y las malas. ¿¡Cómo podía pensar en otra cosa cuando los pilares de nuestra sociedad y cultura se levantan sobre una base que está asentada en las doctrinas cristianas!? ¿¡Cómo se me ocurre!? 

A ver, a ver, vamos a repasar la Biblia corriendo:
Tenemos a la Virgen María, el ideal de mujer. Tan ideal que hasta para concebir un hijo no pecó, vamos, que no foll… cometió el acto sexuargh. Ya desde aquí, las demás empezamos mal. No basta sólo con eso, sino que se vio obligada a dedicarle toda su vida al cuidado de éste, a llorarle todos los días después de su muerte o a tomar como descendientes propios los amigos de su niño. Por otro lado, está la otra María que, aunque había más Marías, Magdalena es la siguiente más famosa. 

¿Y cómo era Magdalena? Pues una mujer con la que se identifica todos los males del mundo que se resumen en: prostituta, pecadora y a la que Jesús tuvo que salvar bien de ser lapidada o de los siete demonios que habitaban en ella (casualmente siete, como siete son los pecados, vamos, que los tenía cada uno de ellos) y todo porque “amó mucho”. Esto lo dicen literalmente los evangelios, razón por la cual tuvo que pasarse el resto de su vida en penitencia. 
Así pues, es evidente a cuál de las dos debemos imitar el resto de las mortales. Qué modelo es el que tendrían que representar las mujeres en las películas y series de la actualidad para seguir con el ejemplo. Lo incompresible es que desde hace un tiempo, nos están mostrando a mujeres con deseos propios que se dejan llevar por ellos y por los que luchan y, sobre todo, porque AMAN. Da igual que sea a una causa, persona, cosa o animal de compañía, A-M-A-N. Y NO necesitan ser salvadas por un hombre por ello, se bastan y sobran solitas sin tener que pasar penitencias salvo la de aguantar a los marichulos. 

Son un poco Magdalenas, ¿verdad? Qué raro es todo esto... Creo que mi cerebro está teniendo un cortocircuito. 
Las Magdalenas son distintas, variadas, de todos los colores y tamaños, pero todas albergan el mismo espíritu: una fortaleza con la que no necesitan demostrar nada a nadie

Y aquí estoy yo, haciendo que el horno no esté para bollos o galletas María, sino para Magdalenas. De esta voy al infierno directita, me quedo sin marido y sin cocina con electrodomésticos de última generación. Hablando de últimas generaciones, ¿de qué nos vamos a sorprender? La vida ya no es en blanco y negro y no nos parecemos en nada a María y sí a Magdalena. MUCHO ¿Quién puede tener hoy en día hijos por obra y gracia divina? Y aunque lo he intentado evitar con todas mis ganas y ser correctamente perfecta, siempre he sido del lado oscuro, por lo que si me tengo que sentir identificada con una de las Marías es con Magdalena y todas aquellas que se le asemejan. La verdad, le he cogido el gustillo a preparar su receta y servirla en entradas de blog.

Quién me iba a decir que al final el “horno está para Magdalenas” ¡Un momento! Qué buen nombre para una nueva sección en el blog, ¿verdad? 

¿Vas adivinando por dónde van los tiros? ¿¡NO!? 
Sí, querido, por si aún no te has enterado: si la expresión "el horno no está para bollos" quiere decir que no estamos en la situación adecuada para expresar nuestro sentir, mi horno SÍ se encuentra en el momento y lugar exactos para analizar, hablar y exponer eso que provoca tantos mares y mares de lágrimas: los personajes femeninos protagonistas.

Y esta será mi sección feminista

SÍ ESTÁ EL HORNO PARA MAGDALENAS

Mi horno no hace pañuelos, cocina Magdalenas. 

Y ahora la cena te la sirves tú. 

viernes, 4 de diciembre de 2020

Coincidencia: las dos caras de un cuento

Cruz: El borrador

Es curioso cómo juega el destino. Es como un niño que tan solo necesita unir dos piezas para que la magia comience a fluir, pero a esto a algunos les gusta llamarlo coincidencia.

Pues era coincidencia que un día había dos niñas en un parque que comenzaba a despertar por el comienzo de la primavera. A pesar de que este espacio de recreo era abrazado por la altura de las montañas, la nieve derritiéndose lo convertía en un archipiélago siendo con sus caminos de tierra siendo invadidos por el agua. Y más, mucha más agua había. Las gotas que cubrían el verde de los pinos multiplicaban su olor como la recién aprendida tabla del 9. 9x9 es 81, un número tan grande como el impulso que cogían para elevarse más y más alto en los columpios.

Ahí, por supuesto, también había agua. Una de las pequeñas había sido más precavida al pedirle a su padre el periódico que había comprado en el quiosco de la esquina, para que el asiento del balancín no le mojara la ropa. A la otra, poco parecía importarle que otros niños pudieran señalarla, riéndose, porque llevase su trasero como si se hubiera hecho pis encima. La primera miraba con asombro a la segunda no solo por eso, sino también por cómo empujaba al aire con toda la fuerza de sus piernas que, cubiertas por leotardos azules, apuntaban más hacia el cielo cada vez que las balanceaba.

—Voy a volar como un pájaro —anunció con una sonrisa a la que le faltaba un diente.

Quedándose atónita, buscó con sus ojos a la madre de su compañera, a la que encontró sentada en un banco mientras charlaba con la abuela de Adela la Coneja.

—¿Crees que a Adela le habrá dejado el Ratoncito Pérez un regalo tan grande como sus piños? —preguntó intentando seguir el ritmo de su amiga.

Lo consideró por un momento.

—Tiene que caber debajo de la almohada —se encogió de hombros.
—¿El diente o el regalo? —dijo con inocente maldad.

Ambas rieron porque que Adela tuviera los dientes igual que los conejos que criaba su abuela parecía ser otra coincidencia.

—Me dijo que no le gustó el regalo y que lo tiró —explicó dejando que el columpio se moviera por inercia propia.
—¿A ti que te trajo?
—Nada —contestó sin una pizca de enfado o tristeza—. Mi madre habló con el Ratoncito Pérez para decirle que no me diera nada por haberla desobedecido. Además, no encontramos el diente, así que…

Hacía unos días, en su ímpetu por “volar como un pájaro”, finalmente lo había logrado… olvidándose por completo de la parte en la que tenía que aterrizar. Cayó de boca contra el suelo y el que sí voló de verdad fue un diente, su paleta en concreto, lo que disgustó muchísimo a su madre que no había parado de advertirle que no fuera tan bestia. La sangre logró teñir buena parte de la nieve, cosa que hizo que la otra niña se pusiera a llorar por ella y por su amiga que, de hecho, se mostró más preocupada en encontrar su diente para dárselo al Ratoncito Pérez.

—No pasa nada —decía con tranquilidad—. Ya me saldrá otro.

Pusieron fin al rato en los columpios para entonces convertirse en brujas que conjuraban junto a un caldero que no era más que uno de los charcos en el camino principal del parque y en el que al que tirar hojas, ramitas y piedras era como si fuesen ojos de sapo y patas de rana. Invocaron al Ratoncito Pérez para que ignorara la prohibición hecha por la madre y dejara un regalo por el diente perdido.

—No creo que traiga aquí nada.
—Sí lo hará porque debía de estar en camino para entregármelo hasta que mi madre lo detuvo por no haberla hecho caso. Seguro que le dijo que no había diente también, así que voy a buscarlo ahora mismo —dijo incorporándose.
—Aquí no vas a encontrar nada —continuó advirtiendo la otra niña con el eco de la voz de un adulto sonando entre aquellas palabras.
—La semana pasada me encontré dos euros —dijo enfurruñada antes de salir corriendo.

Y así siguió hasta que las figuras de los otros padres, abuelos y niños fueron del tamaño de las hormigas. Era empujada por una verdad como lo era el aire por sus piernas en el columpio: sabía que encontraría su regalo. Sin saber qué más hacer o a dónde dirigirse, pero con el firme convencimiento como compañero, continuó a la carrera por el parque salpicando sus zapatos de barro y escuchando el crujido al pisar la nieve que aún se resistía. No hizo caso al llamado de su amiga y el de su madre que comenzaba a gritar que fuera más despacio y no se alejara más.

Pero no se puede ignorar el cosquilleo que despierta al cuerpo cuando el destino ha comenzado a jugar también, porque dirigiéndose cerca del lugar donde la abuela de Adela la Coneja ya se despedía, junto a una papelera había un objeto al que sol le arrancaba un brillo a su color rosado y que parecía señalar “aquí está”. Cuando sus pies por fin pararon frente a él, descubrió a un dinosaurio de color rosa que le sonría sin que le faltase ni un diente, al contrario que ella, y que en su vientre tenía un reloj que marcaba las horas que parecía haberla estado esperando.

La otra niña comenzó a deshacerse en lágrimas por algo que aún no comprendía: la fe inquebrantable había acompañado a su amiga desde que se encontrara la semana pasada con dos euros, pues hizo que comprendiera que quién juega con el destino a encontrar, encuentra. Así envió al Ratoncito Pérez a que le diera su regalo. Y es que, si Adela la Coneja no hubiera tenido los dientes tan grandes como los conejos que criaba su abuela, que al caérsele uno fue imposible ponerlo bajo la almohada, no le hubieran entregado en el parque un regalo que no le gustó y tiró. Y si la niña no hubiese sido tan insistente en volar como un pájaro hasta olvidarse de cómo aterrizar, su diente tampoco se hubiera caído, su madre no le hubiera castigado y el Ratoncito Pérez no hubiese dejado allí, junto a la papelera, un dinosaurio rosa sonriente con un reloj que aún marcaba las horas en su estómago.

Coincidencia lo llaman.
Cara: El cuento
Había dos niñas en el parque que despertaba por el comienzo de la primavera. A pesar de que este espacio de recreo era abrazado por la altura de las montañas, la nieve derritiéndose lo convertía en un archipiélago con sus caminos de tierra siendo invadidos por el agua. Y más, mucha más agua había. Las gotas que cubrían el verde de los pinos multiplicaban su olor como la recién aprendida tabla del 9. 9x9 es 81, un número tan grande como el impulso que cogían para elevarse más y más alto en los columpios.

Ahí, por supuesto, también estaba el líquido elemento. Una de las pequeñas había sido más precavida al pedirle a su padre el periódico que había comprado en el quiosco de la esquina, para que el asiento del balancín no le mojara la ropa. A la otra, poco parecía importarle que otros niños pudieran señalarla, riéndose, porque llevase su trasero como si se hubiera hecho pis encima. La primera miraba con asombro a la segunda no solo por eso, sino también por cómo empujaba al aire con toda la fuerza de sus piernas que, cubiertas por leotardos azules, apuntaban más hacia el cielo cada vez que las balanceaba.

—Voy a volar como un pájaro —y dibujó con los labios una sonrisa a la que le faltaba un diente.

Quedándose perpleja, buscó a la madre de su amiga para encontrarla sentada en un banco mientras charlaba con la abuela de Adela la Coneja.

—¿Crees que a Adela le habrá dejado el Ratoncito Pérez un regalo tan grande como sus piños? —preguntó a la vez que intentaba seguir el ritmo de su amiga.

La otra lo consideró por un momento.

—Tiene que caber debajo de la almohada —se encogió de hombros.
—¿El diente o el regalo?

Ambas rieron porque que Adela tuviera los dientes igual de gigantes que los de los conejos que criaba su abuela, parecía tratarse de algo más que una coincidencia.

—Me dijo que no le gustó el regalo y que se lo dio a su abuela —explicó dejando que el columpio se moviera por inercia propia.
—¿Y a ti que te trajo?
—Nada —contestó sin una pizca de enfado o tristeza—. Mi madre habló con el Ratoncito Pérez para decirle que no me trajera ninguna cosa por haberla desobedecido. Además, no encontramos el diente, así que…

Hacía escasos días, en su ímpetu por “volar como un pájaro”, finalmente lo había logrado… olvidándose por completo de la parte en la que tenía que aterrizar. Cayó de boca contra el suelo y lo que sí logró volar de verdad fue su diente, la paleta en concreto, haciéndo que su madre se disgustara muchísimo ya que no había parado de advertirle que no fuera tan bestia. La sangre tiñió de tal manera a la nieve, que la otra niña lloró ante el horror de aquella imagen y también por su amiga que, de hecho, se mostró más preocupada por encontrar su diente para dárselo al Ratoncito Pérez.

—No pasa nada —decía con tranquilidad—. Ya me saldrá otro.

Pusieron fin al rato en los columpios para entonces convertirse en brujas que conjuraban junto a un caldero que no era más que uno de los charcos en el camino principal del parque y, en el que al que tirar hojas, ramitas y piedras era como si fuesen ojos de sapo y patas de rana para conjurar un hechizo. Invocaron al Ratoncito Pérez para que ignorara la prohibición hecha por la madre y dejara un regalo por el diente perdido.

—No creo que traiga aquí nada.
—Sí lo hará porque debía de estar de camino para entregármelo hasta que mi madre lo detuvo por no haberla hecho caso. Seguro que le dijo que no había diente también, así que voy a ir a buscarlo ahora mismo —dijo incorporándose.
—Aquí no vas a encontrar nada —continuó advirtiendo la otra niña con el eco de la voz de un adulto sonando entre aquellas palabras.
—La semana pasada me encontré dos euros —enfurruñada, salió antes de que la volviera a contestar.

Su carrera no acabó aunque las figuras de los otros padres, abuelos y niños adquirieran el tamaño de las hormigas. Y es que era empujada por una verdad como lo era el aire por sus piernas en el columpio: sabía que encontraría su regalo.

Sin saber qué más hacer o a dónde dirigirse, pero con el firme convencimiento como compañero, continuó recorriendo el parque salpicando sus botas de barro en cada charco que cruzaba y escuchando el crujido al pisar la poca nieve que aún se resistía a derretirse. Ignoró el llamado de su amiga y el de su madre, cuya voz a esas alturas atrevesaba las copas de los pinos al gritar que fuera más despacio y no se alejara más.

Pero no se puede pasar por alto el cosquilleo que despierta al cuerpo avisando de que el destino ha comenzado a jugar también, porque dirigiéndose cerca del lugar de donde la abuela de Adela la Coneja se alejaba para volver a casa a seguir cuidando de sus conejos, junto a una papelera había algo extraño al que sol le arrancaba un brillo como si señalara aquí está. Sus pies, por fin, frenaron hasta parar, y su sonrisa sin paleta se vio correspondida por otra a la que no le faltaba ni un diente.

Aquella sonrisa perfecta pertenecía nada más ni nada menos que a un pequeño dinosaurio de color rosa que por vientre tenía a un reloj marcando las horas que había estado esperándola.

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